“¡SI ME ABRES LA PUERTA!

Marcos 2, 3-5

De pronto, llegaron a la casa cuatro personas. Llevaban en una camilla a un hombre que nunca había podido caminar. Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la tanta gente, subieron al techo de la casa y abrieron un agujero. Por allí bajaron al paralítico en la camilla donde estaba acostado.
 Cuando Jesús vio la gran fe y confianza de aquellos hombres, le dijo al paralítico: «Hijo: ¡Te perdono tus pecados!»

No sabemos con certeza en qué casa fue que entró Jesús. Pero, debo decirte que Jesús no siempre entra en la casa. Hay algunas casas en las que se Le cierra la puerta a cal y canto. En otras, Él no entra porque están mugrosas y descuidadas, y los que viven en ellas se sienten enfermizamente satisfechos en medio del desorden e inmundicia moral. En otras, Jesús ya no entra porque, en ocasiones anteriores, Le habían permitido la entrada pero fue tan sólo para, una y otra vez, echarlo fuera. Jesús NO SIEMPRE entra en la casa. Y, hemos de recordar que: Él nunca fuerza la puerta, nunca. No lo olvides. Tampoco Jesús entra – aunque tú Le invites – si tu casa NO está limpia o si NO te interesa que Él te dé con qué depurarla.

El Señor Jesús se desvive por entrar en la CASA DE TU VIDA para morar en ella de manera permanente, NO como visita NI como huésped sino como dueño absoluto que es. Ése es el anhelo de Jesús como lo expresa Él en Apocalipsis [Revelación] 3, 20: «Yo estoy a tu puerta, y llamo. Si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo.»

† PADRE

“VENGAN CONMIGO, Y LO VERÁN”

Juan 1, 35-39

«Al día siguiente estaba Juan con dos de sus discípulos. Cuando vio que Jesús pasaba por allí, Juan les dijo: ‘¡Ahí está el Cordero de Dios!’

Al oír esto, los dos discípulos siguieron a Jesús. Jesús se dio vuelta, y al ver que lo seguían, les pregunta: ‘¿Qué buscan?’

Respondieron: ‘Rabí, Maestro, ¿dónde vives?’

Les responde Jesús: ‘¡Vengan conmigo y lo verán!’

Ellos fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Eran las cuatro de la tarde.»

Amados: Cuando Jesús escucha el corazón de aquellos dos discípulos preguntarLe: «RABĺ: MI LO MÁS GRANDE QUE HAY: ¿DÓNDE VIVES?», Su respuesta a ellos es la misma que nos da a todos los que queremos seguirLe: «¡Vengan conmigo y lo verán!»

Y cuando Jesús les dijo, «¡Vengan conMigo y lo verán» o cuando el Señor Jesús, nos invita y nos dice: «¡Vente conmigo y lo verás!», lo que les estaba diciendo a ellos Jesús y lo que nos está declarando, Él es: «Si te vienes conMIGO te voy a mostrar un mundo nuevo, te voy a llevar al cielo aquí sobre la tierra, te voy a hacer experimentar el latir de mi corazón de Dios-Hombre que muere de amor por ti, te voy a llevar conmigo a las verdes praderas aun en medio del más árido desierto, te voy a mantener lleno, llena de mi Luz en medio de la más densa tiniebla.»

Sigue leyendo “VENGAN CONMIGO, Y LO VERÁN”

RABÍ, ¿DÓNDE VIVES?

Juan 1,38

«Jesús se volteó y preguntó a aquellos dos individuos que Le seguían: «¿QUÉ BUSCAN?»

Jesús no les preguntó: «¿A quién buscan?» Y no lo hizo porque ya esa pregunta de «¿A quién buscan?» estaría insinuando lo que ellos debían responder. Y, ciertamente, Jesús no quería colocar en los labios de aquellos dos lo que, quizá, no se encontraba aún en sus corazones. Amados: Cristo Jesús no anda en busca de la pleitesía ni la alabanza de boca de nadie. Cristo Jesús solamente busca corazones con una entrega de vida. Entonces y sólo entonces, «¡De la abundancia del corazón podrá hablar y alabar la boca!»

Los dos [ex-discípulos de Juan el Bautista] que se habían ido detrás de Jesús no se esperaban la pregunta. Y, no hubo tiempo para prepararse para la respuesta. Amados: Las respuestas más genuinas salen de los corazones más sencillos y espontáneos, corazones que no tienen nada que esconder, corazones que no esperan que se les haga preguntas. Así ocurrió con aquellos dos que seguían a Jesús.

Sigue leyendo RABÍ, ¿DÓNDE VIVES?

¿QUÉ BUSCAS?

Mateo 7, 7-11

Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama, se le abre.

Amados: Tantas personas en esta vida, dedican la vida entera a la faena de diversas «búsquedas». Se van en pos de una carrera, profesión u oficio o de un puesto de prominencia y prestigio. Se van en pos del desarrollo de los talentos o habilidades que creen poseer. O, dedican sus vidas a buscar y encontrar las oportunidades que les van a facilitar el desempeño de la labor que ellos piensan estar capacitados para desempeñar en la vida. Pero amados: Si esas «búsquedas» que acabo de mencionarte han sido propulsadas e iniciadas por motivos de egoísmo y ambición personal, entonces esas «búsquedas» son metas equivocadas. Si, por el contrario, han sido inspiradas y propulsadas por motivos humanitarios, por motivos del bienestar de los demás, esas «búsquedas» muy bien podrían ser metas nobles, pero, aun así no son «búsquedas» o «metas» alrededor de las que deba girar toda la vida porque no van más allá de este horizonte terrenal y pasajero. No trascienden hacia lo más eterno.

Sin embargo, en esta vida, hay algunos que buscan algo infinitamente mayor. Hay unos pocos que buscan una dicha particular, que buscan una paz profunda, que buscan un gozo que no termine y un amor que nunca falle. Buscan algo, o mejor, a alguien que les permita vivir de verdad con ellos mismos, vivir de verdad con Dios, vivir de verdad con los demás. Amados: Ése es la única «búsqueda» verdadera. Ésa «búsqueda», es la «búsqueda» de quien se va detrás del Señor Dios y tan sólo Cristo Jesús puede concedernos esa meta. 

† PADRE