PADRE. Es Su único nombre…

PADRE: HOMBRE DE DIOS

Un “nombre” es más que un nombre. Hay una relación directa entre el nombre y la persona nombrada; participa de alguna manera en la esencia que tiene por objeto revelar; manifiesta y revela la esencia y cometido del nombrado. Por desdicha, no resulta ser así en estos tiempos en los que un nombre es poco más que un ruido de lata vacía y golpeada o sonido indiferente de una de tantas campanas. A veces un nombre no es más que un rótulo o marbete para diferenciar a una persona de la otra. ¡Y hay tantos marbetes iguales! No debiera ser así aun cuando de hecho sea un fenómeno socio-cultural.

PADRE: el nombre de este hombre de Dios, sin embargo, no es título o marbete; más bien pronuncia su llamada y su misión, ¡aleluya¡

Un nombre no es tan sólo un nombre. Un nombre se identifica misteriosamente con quien lo lleva. Expresa la personalidad hasta tal punto que el conocimiento del nombre implica conocer a ese alguien. Podría considerarse como substituto de la persona y así el nombre actúa, obra o recibe en lugar de la persona; el nombre contiene autoridad o poder en virtud del cual se obra o al cual se invoca. Cristo Jesús es el ejemplo por antonomasia: “Todos los que invoquen el nombre del Señor se salvarán.” (Hechos 2, 21). “Plata y oro no tengo, pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesús Cristo, el Nazareno, echa a andar.” (Hechos 3,6) A menudo el nombre sobreabunda en significado y sentido; no sólo diferencia a la persona de otra sino que podría anunciarnos la clase de persona que es. Así también ocurre con el nombre de este hombre de Dios: PADRE.

Los nombres personales hebreos eran significativos. De vez en cuando se le confería o imponía a una criatura un nombre relacionado con un acontecimiento sincrónico a su nacimiento (Icabod: Singloria, nieto de Elí, 1 Sam. 4,21s). El nombre del hijo de Isaías: Sear Yasub (el Resto (pueblo heraldo y fiel)  permanecerá: Is. 7, 3) era una acción expositiva de la enseñanza del profeta, y el nombre del Niño ‘Immanu’El: Dios con nosotros era, igualmente una exposición, a la vez que un testigo “mudo” y símbolo profético de la enseñanza de Isaías (Is. 7, 10-17). El nombre de Nabal: necio, insensato, lo explica Abigail ante David refiriéndose al carácter torpe de su marido (1 Sam. 25, 25). Con frecuencia el A.T. da explicaciones etimológicas de los nombres, pero esta llamada etimología no es sino “asonancia”. Sin embargo, concluir que tal cosa es puro juego de vocablos sería quedarse huérfano del concepto que el hebreo tiene del PODER  (griego: dynamis, semeion, teras; hebreo: ót, môpêt) de un NOMBRE. El nombre, para el hebreo, no sólo honraba su significado inmediato sino que gobernaba también aquellas palabras que asonantaban del nombre y así se demostraba la misteriosa plenitud del poder del nombre. El nombre significaba más que la representación de la palabra misma y, por ende, las asonancias eran muestras del poder de ESA PALABRA, NOMBRE, que a su vez era realidad dinámica. Las palabras asonantes del nombre eran siervas de éste. PADRE, el hombre de Dios, ha sido una fuerza dinámica contínua e incansable en la misión de pastorear el rebaño de hijos e hijas que el Señor Dios le ha encomendado y confiado. Ciertamente hay un poder misterioso en un nombre. Así sucede con el nombre de este hombre de Dios: PADRE.

Para los hebreos el nombre no era tan sólo una palabra con que se distingue o designa una persona. Decir un nombre era lo mismo que decir: fama o reputación, llamada o misión. El nombre es la persona misma y, como tal, ese nombre subsiste en la posteridad, en la generación venidera. Es incalculable desgracia que el nombre de uno sea destruído o erradicado ( 1 Sam. 24, 22; 2 Reyes 14, 27). Para el malvado la más cruel amenaza es que su nombre quede en el olvido (Job 18,17), que se pudra (Prov. 10, 7). El hombre de Dios: PADRE tiene nombre y apellido nuevos: PADRE y su nombre y la llamada en ese nombre subsistirá en la familia espiritual que el Señor Dios le ha dado para formar y guiar y subsistirá en los hijos de los hijos de los hijos, aleluya.

En la Palabra de Dios, el cambio divino de un nombre personal indicaba ELECCIÓN y TRANSFORMACIÓN de la persona: Abram: Abraham, Sarai: Sara (Gén. 17, 5; 15), Jacob: Israel (Gén. 35, 10) y era indicativo de una etapa nueva en la relación del nombre y persona nuevos con Yahvé. Vemos en Is. 62, 2 cómo Yahvé se goza de su amor por Sión (la totalidad de Jerusalem) y le pone un nombre nuevo significativo de un pasado oscuro ya borrado y de un presente diáfano que empieza como el amor casto de una núbil doncella para su Amado Yahvé.

El  AMOR REDENTOR del Padre Dios – cuyo nombre es Cristo Jesús – nos invita a ser y a vivir “en Cristo” y así seremos creación, creatura, humanidad nueva (griego: ktisis) en el HOMBRE NUEVO, en el NUEVO ADÁN: Jesús Cristo. “Por lo tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo”. (2 Cor. 5, 17) También: “Nada importa estar o no estar circuncidado; lo que cuenta es una nueva criatura (humanidad)”.  (Gál. 6, 15)

PADRE: el NOMBRE NUEVO de este hombre de Dios es afirmación y ratificación de que “lo antiguo pasó, ha llegado lo nuevo”. Este hombre, elegido y enviado, tiene un nombre: PADRE. Es su único nombre.

A los 18 años de edad, llegó la Palabra del Señor a este hombre en el recinto interior de un templo católico. El templo se encontraba vacío de otros humanos. Era invierno. Era de noche y estaba oscuro. Como si la gloria de Dios hubiese llenado el templo, la vida del joven quedó iluminada desde sus adentros cuando experimentó la voz del Señor – al estilo de la llamada de Isaías (capít. 6, 8) – que, como un reto divino, le daba al joven el quién vive: “¿A quién mandaré?, ¿quién irá de nuestra parte? Y PADRE – un futuro abogado para el corazón íncorrupto (aunque no religioso) de su papá y futuro médico para el alma humilde, tierna y dulce (aunque no religiosa) de su mamá – temeroso sin embargo osado, estupefacto y, a la vez, por vez primera, despertado y despierto, respondió sin poder hablar: “¡Aquí estoy, mándame a mí!”. El Señor no vaciló en Sus propósitos: “Vete y di a ese pueblo”. El Omnipotente Dios con Su gracia  omnisuficiente – Árkeî soi é káris moû: Te basta mi gracia – llegó a este todo-débil hombre para que la fuerza del Señor, de nuevo, se mostrase perfecta en la flaqueza, ¡aleluya!

¡Experiencia inefable capaz de despertar para siempre una vida! Los cielos destilaron rocío, las nubes derramaron victoria; se abrió la tierra y llegó el gozo de la Salvación a este hombre. (Is. 45, 8) En ese preciso momento y, sin vacilar, PADRE se decidió totalmente a favor del Señor Dios. Desde ese instante se daría todo AL VIÑADOR, permanecería unido a LA VID e incondicionalmente aceptaría la contínua poda del Viñador para así siempre dar fruto en la viña. PADRE había cursado estudios en P.S. 51 and Morris High School (Bronx, N.Y.). Después de sus estudios en la CUNY, se recibió de M.A. (Magister Artium) especializándose en Lenguas Clásicas y Modernas. Dejó su hogar paterno y a su amorosa familia aun cuando ésta se resistiese a aceptar su decisión. No sería hasta años más tarde que PADRE comenzaría a comprender, en algo, las consecuencias trascendentales de su respuesta a la invitación del Gran Señor. Entre estas consecuencias, su familia inmediata se volvió su apoyo más genuino a la vez que, también ellos, se entregaban poco a poco al Señor.

Durante 8 años estuvo preparándose para esta extraña, inescrutable, empero, amada llamada y misión en Loretto (PA), Randa e Inca (Mallorca, España), Roma (Italia) y Washington (D.C.). En sus logros académicos se le confirieron magna o summa cum laude: Licenciatura en Filosofía (PHL), España, Licenciatura en Teología (STL), Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, Doctorado en Sagrada Teología (STD), Washington, D.C.

Ún sábado, 10 de febrero de 1962, PADRE fue ordenado sacerdote en el “National Shrine of the Immaculate Conception”, Washington, D.C. y enviado como apóstol dentro del marco de la religión Católico-Romana. PADRE  apenas comprendía cuando comprendía apenas los planes y propósitos del Señor Dios. Dios nunca revela al hombre la totalidad de Su Plan o Sus planes y es tan misericordioso que nunca nos ciega con la plenitud de Su luz. Pero sí nos llama a cumplir, sin reservas y con entrega total, el trozo de Su plan que nos ha confiado prescindiendo de la diafanidad o inextricabilidad con que lo hayamos comprendido. La perseverante fidelidad a ese trozo de Su plan y a nuestra llamada nos logra el privilegio inmerecido de participar, por una parte, en el próximo trozo de Su plan y, por otra, de recibir la luz que de Él necesitamos para entender lo que, de su previo plan, no habíamos entendido. Así – como acontece con este hombre de Dios: PADRE – lo que comenzó en la carne – en la religión Católico-Romana – termina, fuera de ella, en el espíritu y en el Espíritu, ¡aleluya!

Las insinuaciones del Espíritu se volvieron, para este hombre de Dios, su pan de todos los días. Para el establecimiento religioso: ¡pecado imperdonable éste! Para el Señor nuestro Dios y Su Unigénito, Cristo Jesús: el único “modus vivendi”. PADRE ministró en Washinton, D.C., en Nueva York, en Hollidaysburg (PA), en la República del Paraguay entre otros. En 1968 fue nombrado Director Espiritual Diocesano de los Cursillos de Cristiandad (Puerto Rico, USA).

El Proyecto de Dios y Sus planes, empero, siempre serán infinitamente más grandes y mas nobles y más verdaderos que los de cualquier y toda religión, que los de cualquier y todo ser humano. PADRE perseveró en la honra de su llamada y su consigna pero siempre abierto al ministerio en él del Espíritu. “El viento (griego: pneuma; hebreo: rûah: viento, espíritu) sopla hacia donde quiere: oyes su rumor, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así sucede con el que ha nacido del Espíritu”. Juan 3, 8. Y cuando las religiones establecidas son incapaces (y lo son) de comprender que el Espíritu sopla hacia donde quiere y  se niegan a aceptar (y de hecho así es) que no son infalibles y que desconocen de dónde viene y hacia dónde va el Espíritu, entonces, no hay que ser adivino para predecir lo esperado: El descarte del hombre o la mujer que se atreve a dejarse mover por el Espíritu. Esa fue la contestación del Catolicismo Romano a este sacerdote, a este apóstol, a este hombre de Dios: PADRE. No fue asunto de injusticia, como muchos habrán imaginado; no fue ninguna violación de los derechos de este hombre de Dios ni un trato indigno de su persona. ¡De ninguna manera! ¡Las religiones no pueden remediarlo! Cuando mejor las religiones son obras de estilo enmarañado, barroco y enmarcadas dentro de sus incambiables rituales y dogmática fe. El Espíritu de Dios, sin embargo, es indomable, indómito, ¡aleluya! Mientras el Catolicismo Romano pronunciaba a PADRE muerto en sus registros, el Espíritu de Dios lo registraba como criatura nueva en Su demografía divina, gloria al Señor. No es de sorprenderse que el ‘Immanu’El: el Dios con nosotros: Cristo Jesús, el LOGOS, la Palabra Encarnada montó Su tienda de campaña en medio nuestro NO PARA ESTABLECER U ORGANIZAR RELIGIONES sino como el nuevo modo y estilo de la presencia de Dios en medio de Su pueblo convocándonos, llamándonos, hacia afuera: (ekklesiátho; ekkletos on) “ek skótous umâs KALÉSANTOS eís to thaumastón aútoû phws: de las tinieblas a Su luz admirable” (1 Pedro 2,9) para que seamos integrantes de Su Reino, de Su Ekklesía, de la Nueva Comunidad Mesiánica, de Su Pueblo Redimido, de la NUEVA JERUSALEM.

El 15 de agosto de 1971 PADRE fue dramáticamente LLAMADO AFUERA como GUARDIÁN, SOBREVEEDOR (ÉPÍSKOPON: Tito 1, 7-11) en favor de una “ekklesía”, de un Pueblito Carismático y kerigmático anhelante de vivir la santa libertad de los hijos de Dios. (Rom. 8, 21). El Águila Real, Dios, favoreció a este hombre de Dios rompiendo su nido y el joven águila, PADRE, comenzó a remontarse en vuelo para alcanzar los cielos misioneros.

Movido, empujado por el Espíritu y en el gozo del mismo, PADRE emprendió sus viajes misioneros ANUNCIANDO la Palabra de Dios, la Buena Noticia, el “Eúaggelíon” hasta el día de hoy por tierras del: Caribe: Puerto Rico (USA), República Dominicana, Guadeloupe (Francesa), Sint Maarten (Holandesa); Sur de América del Norte: Ciudad de México, Departamento de Guerrero (México); América Central: Honduras, Nicaragua, Guatemala; los Estados Unidos de Norte América: Washington, D.C., Hollidaysburg (PA), Hartford (Conn.), Ciudad de Nueva York, Dallas (TX); América del Sur: Caracas (Venezuela), Bogotá (Colombia), Lima, Cuzco (Perú), Santiago de Chile, Buenos Aires (Argentina), Curitiba, Iguazú, Río de Janeiro, Sâo Paulo (Brasil) y Coronel Oviedo, San Lorenzo (Paraguay); Europa: Randa, Mallorca (España), Asís, Roma (Italia).

En varias de estas ciudades o naciones y para gloria del Señor, ya hay dinámicas “ekklesías” locales asombrosamente florecientes con sus pastores: sacerdotes, sus diáconos pero, sobre todo, con gente preciosa de todas las edades, santa y gozosamente consciente de que son “raza escogida, sacerdocio real, nación santa y pueblo adquirido para proclamar las proezas del que nos llamó de las tinieblas a Su maravillosa luz”. (1 Pedro 2, 9)

El viento del Espíritu en PADRE ya estaba soplando hacia donde ÉL quería. Todo, como por arte de Espíritu, estaba cayendo en lugar. “Les he dado ejemplo para que hagan lo que yo he hecho. Les aseguro que el esclavo no es más que el amo, ni el enviado más que el que lo envía. Si lo saben y lo cumplen, serán dichosos”. (Juan 13, 15-17). El armazón, si bien perfecto, del Judaísmo no pudo contener a Cristo Jesús y PADRE, sabiendo esto, se consideraba y se considera bienaventurado bajo la Bendición de su Maestro: “Por eso Jesús, para consagrar con su sangre al pueblo, padeció FUERA DE LAS PUERTAS. SALGAMOS, pues, hacia Él, FUERA DEL CAMPAMENTO, cargando con sus afrentas; pues no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la futura”. (Hebreos 13, 12-14).

PADRE, dócil al Espíritu, empezó a comprender que el “Eúaggelíon” de Cristo Jesús trompetea LA BUENA NOTICIA por antonomasia, LA BUENA NOTICIA de la Salvación y Reconciliación en la Persona de Jesús Cristo., LA BUENA NOTICIA de un MODO DE VIVIR DADO POR DIOS que NO ES ni judío ni católico ni protestante ni pentecostal. Este NUEVO ESTILO DE VIDA Y DE PRÁCTICO DIARIO VIVIR es “al estilo de Cristo Jesús”, santo, amorosamente fraternal, carismático y kerigmático. Este “modus vivendi” responsabiliza a todos los pueblos y gentes y, a todos, se les LLAMA A SALIR de donde están para convertirse en LOS LLAMADOS FUERA, en “Ekklesía”, en “Yahvé kehal”, en Comunidad y Pueblo, aleluya, del Señor.

Este apóstol, sacerdote y profeta: PADRE, voluntariamente y en su inflexible e incandescente amor por el NOVIO, Cristo Jesús, y por la encomienda y misión recibida (Mateo 28, 19-20) se ha conservado soltero y célibe. Desde que PADRE escuchó, a sus 18 años, la voz del Señor que le provocaba a singular combate: “Vengan conmigo y les haré pescadores de hombres”. (Mateo 4, 19) y también: “Vengan y verán”. Fueron, pues, vieron dónde residía y se quedaron con Él aquel día.” (Juan 1, 39), las Palabras del Espíritu Santo en 1 Cor. 7, 32, como espada que corta con su amor, traspasaron con herida de libertad el corazón de este hombre de Dios: PADRE: “Quiero que estén libres de preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor y procura agradar al Señor.”

PADRE: en verdad hombre de Dios – cuya pureza de entrega y de fe vivencial es constantemente puesta a prueba y hallada “más preciosa que el oro, que aun siendo perecedero, es pasado por el fuego”. PADRE, el hombre de Dios, cuya valentía ante la adversidad ha redundado en alabanza, honor y gloria de Dios Padre y de Su Hijo, Jesús en la unión del Espíritu.

PADRE: hombre de Dios, por cuyo medio miles hemos experimentado que: “Tu PALABRA, Señor, permanece por siempre; firme como los cielos…Si Tu enseñanza, Señor, no fuera mi delicia, habría perecido en mi aflicción…¡Cómo amo tu voluntad, Señor!…¡Qué dulce es TU PROMESA al paladar, Señor, más que miel a la boca!” (Salmo 119, 89.92.97.103). ¡Aleluya, aleluya, aleluya!