JOHANNES EST NOMEN EIUS!

Lucas 1, 57 -80

Versos 62-63

62 Entonces, preguntaron por señas a su padre cómo lo quería llamar.

63 Él, pidiendo una tablilla, escribió: “Juan es su nombre”. Y todos se maravillaron.

“Tempus fugit”: ¡Cómo pasa el tiempo! ¡Cómo vuela de veloz…excepto si se está esperando el nacimiento de un hijo!

Hijo, hija de todas mis Navidades: Nada pone más en movimiento y actividad a las familias que los miles preparativos para una BODA o la espera ansiosa de un NACIMIENTO o el pesar, el arreglo y el dolor de un FUNERAL.

Al nacer un niño y, durante OCHO DÍAS, venían vecinos y parientes al hogar bendecido para, juntos, compartir la nueva alegría. Al OCTAVO DÍA después del nacimiento del hijo de Zacarías e Isabel, los vecinos y parientes ya se habían venido reuniendo para la circuncisión del niño y para que EL PADRE DEL NIÑO le pusiera EL NOMBRE al primogénito recién nacido. En la circuncisión, el papá – usualmente – circuncidaba a su hijo y lo ofrecía a Yahweh como parte del PACTO de Dios con Su Pueblo y, además, el papá le ponía el nombre. Los parientes y familiares y vecinos – y se habrían reunido muchos ese día y por muchísimas razones que ya conocemos e imaginamos – los parientes y familiares y vecinos daban por sentado que ya sabían y se sabía, de sobra, el nombre del niño: Se llamaría, desde luego, como su padre: ¡Zacarías! ¡Siempre había sido así!

Y, cada vez que Isabel escuchaba a alguien referirse al niño llamándole: “Zacarías” o “Zacariítas”, Isabel respondía – ya, un poco fastidiada – diciendo: Lucas 1, 60: “¡NO! “¡NO se va a llamar “Zacarías”! SE VA A LLAMAR: ¡JUAN!”. Hijo, hija de mis Navidades todas: En hebreo, el nombre “YeHÔHANĀN” significa “el Señor es un Dios de gracia y misericordia, el Señor es un Dios que LO DA TODO gratis”.

Sigue leyendo JOHANNES EST NOMEN EIUS!

ACCIÓN DE GRACIAS SIEMPRE

Salmo 100

“¡Aclamen al Señor, habitantes de toda la tierra! ¡Sirvan al Señor con alegría! ¡Alléguense ante él entre gritos de júbilo! Reconozcan que el Señor es Dios. Él nos hizo y somos suyos. Pueblo suyo somos y ovejas de su prado.

Entren por sus puertas con Acción de Gracias, por sus atrios con alabanzas. Denle gracias, alaben su nombre: El Señor es bueno; para siempre es su amor y por todas las edades su fidelidad.”

Amados: “Acción de Gracias” no es una mera “acción” como tampoco es un mero “día”. Por lo menos, para nosotros no puede serlo. “Acción de Gracias” – en ti y en mí que seguimos y ansiamos vivir al Señor Jesús – además de una “actitud”, deberá ser una “inclinación”, una “disposición” natural que, espontánea y constantemente, brota de nuestra pobre vida por aquello de que, un día inolvidable, llegó – a las fibras más sensibles de nuestro ser – la PERSONA y la SALVACIÓN PRECIOSA de Jesús Cristo, el Señor.

Amados: Esa “disposición”, esa “inclinación”, esa “actitud” de ¡GRACIAS!, ¡GRACIAS!, ¡GRACIAS! es la que, nosotros, seguidores del Señor Jesús debiéramos humildemente mostrar, lucir, exhibir y ostentar cada día ya sea en lo oscuro del valle como en la claridad de la montaña, cuando nos estremecen los vientos de las tormentas o se encuentran calmados los mares, cuando nos fallan las fuerzas físicas o cuando se muestra ágil el cuerpo, cuando los humanos a nuestro alrededor nos acogen o cuando, de pronto, se vuelven indiferentes: ¡GRACIAS!, SIEMPRE: ¡GRACIAS!

† PADRE

LA GRAN APORTACIÓN

Mateo 5, 13:

“Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.”

Amado/Amada: A ti que deseas seguir a Jesús Cristo, te pregunto: ¿Qué aportas tú a la sociedad y a este mundo como “seguidor, seguidora” de Jesús, el Cristo que dices ser?

Una posible respuesta sería: “Yo me distingo por mi “modus vivendi”, por mi “estilo de vida”, por mi vida espiritual y por mi sana moralidad, no sólo en el terreno personal e íntimo sino en mi proyección social y comunitaria”. Tú podrías decir: “Yo me distingo como patrono, patrona que pago salarios justos a mis empleados. Yo me distingo como ciudadano, ciudadana que no defraudo al fisco ni me vuelvo planta parásita pretendiendo ser mantenido por otros o por el gobierno.” También podrías decir: “Yo me distingo porque sigo a Jesús, el Camino, aunque me canse; porque vivo a Jesús, la Verdad, aunque me duela; porque vivo a Jesús Cristo, la Vida, aunque me muera. Yo me distingo porque tengo una sensibilidad que me hace respetar – ecológicamente – este Planeta Tierra a la vez que no caigo en el fanatismo ecológico de los oportunistas o de las plataformas políticas etc. que, engañosamente, insisten en empujar su agenda”. 

Sigue leyendo LA GRAN APORTACIÓN

NO RECHACES LA PALABRA PROFÉTICA

Ezequiel 2, 4-10

Hijo, hija: Ahora, demos un salto de unos seiscientos [600] años más adelante y nos tropezaremos con otro profeta a quien, también, le estaba llegando la bruma de un día, también, nublado: Pablo. Pablo, el ambulante fabricante de tiendas de campaña y misionero de tantos ministerios. A Pablo, le encontramos escribiendo otra carta a sus hijos en Corinto. Unos años antes, el Apóstol había puesto, en Corinto, los cimientos de la “Ekklesía” y, lamentablemente, los Corintios [estos supuestos seguidores de Cristo Jesús] – a excepción de unos pocos –, lo que, por lo general, le habían dado al Apóstol había sido un continuo dolor de cabeza. La mayoría de los Corintios – en la Ekklesía – eran  como una ensalada mixta de ingredientes que se chocaban entre sí: unos eran fundamentalistas [que se daban a interpretar literalmente la Sagrada Escritura a la vez que negaban cualquier conocimiento o descubrimiento científico], otros feministas exagerados [que, en nada, diferenciaban al hombre de la mujer], otros legalistas [quienes sometían absolutamente todo al dictado de la Ley],  aún otros libertarios [para quienes el libre albedrío era dueño y “señor” de todo sin excepción alguna] y, todos ellos, hijos queridos, todos ellos, cuales inmiscibles ingredientes, mezclados – a la fuerza – por el empuje material retumbante de la economía floreciente de Corinto. Por cierto, la situación económica en Corinto, invitaba a todos a volverse ricos. La mayoría en Corinto padecía de una autosuficiencia crónica. Casi todos, en la Ekklesía de Corinto, pensaban que se merecían a alguien de más “caché” que Pablo. Por aclamación unánime, reclamaban a un predicador más relampagueante y ostentoso. Para ellos, Pablo, no daba la medida.  La mayoría en la Ekklesía de Corinto argüía que, en sus cartas, Pablo pecaba de autoritario, que “ése no tiene que decirnos cuál es la voluntad de Dios para nosotros”. “¡Nosotros somos más que suficientes para discernir y descifrar qué y cómo Dios, el Señor, quiere que seamos y vivamos!” Hasta se corría el rumor entre muchos en la Ekklesía de Corinto que el Apóstol era físicamente repulsivo, que el Apóstol no era lo suficientemente atractivo [bien parecido] como para ser el Apóstol – sostenían ellos – de “esta Ekklesía tan grandiosa como es la nuestra.”

Hijos: A este otro profeta, a Pablo, no le preocupaba en lo más mínimo el criterio que de él emitiesen los demás, pero sí le preocupaba que los Corintios se estuviesen justificando de tantas maneras, en lugar de reconocer, abiertamente, el problema del que adolecían, a saber: que no querían aceptar la Palabra de Dios para no tener que cambiar. A Pablo le preocupaba, sobremanera, que a muchos de entre los Corintios no les estuviera llegando la Palabra de Dios y que, por tanto, al no llegar la Palabra a sus corazones, perderían la fe y, al perder la fe, desaparecería de ellos el Salvador y Su Salvación.

No obstante, en su delicada conciencia y en su responsabilidad, Pablo se preguntaba y preguntaba al Señor si había algo que él, Pablo, debiera cambiar o rectificar o hacer de manera distinta. El Apóstol dedicó muchas horas a la oración en relación a esta Ekklesía de Corintio.

Hijo, hija: Te anuncié sobre el “día nublado” de Ezequiel. Y, el Señor le recalcó a Ezequiel: “no querrán escuchar ni aceptar Mi Palabra, pero, no importa, anúnciala a todo pulmón. También, te anuncié, sobre el “día nublado” de Pablo. El Señor le recalcó a Pablo: “no te querrán escuchar ni aceptar a ti, mi profeta, mi heraldo, mi mensajero, pero, no importa, tú, no te canses de seguir dando el Anuncio aun cuando te hayas quedado sin voz. 

Hijos: El otro mejor ejemplo y único Profeta y, en quien, es profeta quien lo sea de verdad es: CRISTO JESÚS. JESÚS CRISTO es el profeta de innumerosos días nublados.

Hijo, hija: Te ruego y te suplico que permitas que caiga sobre tu vida la Palabra Profética de Cristo Jesús. Nunca vivas de manera tal, que merezcas vivir exiliado, exiliada de la presencia y cercanía del Señor. Nunca vivas una vida de infidelidad al Señor pues, de hacerlo, el exilio infernal babilónico sería tu única morada. NUNCA RECHACES LA PALABRA PROFÉTICA QUE EL SEÑOR VIENE GRITANDO SOBRE TU VIDA. NUNCA SEAS DE AQUÉLLOS QUE NO QUIEREN ESCUCHAR SU PALABRA – AUNQUE SEA LA MÁS CÁUSTICA – POR TEMOR A TENER QUE CAMBIAR Y COMENZAR DE NUEVO.

† PADRE

ABRÁZATE A LA PALABRA DE DIOS

Ezequiel 2, 1-10

Luego oí una voz que me decía: “Tú, hijo de Adán, ponte de pie, que te voy a hablar.” Mientras esa voz me hablaba, entró en mí el poder de Dios y me hizo ponerme de pie. Entonces oí que la voz que me hablaba seguía diciendo: “A ti, hijo de Adán, te voy a enviar a los Israelitas, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han levantado contra mí hasta este mismo día. También sus hijos son tercos y de cabeza dura. Pues te voy a enviar a ellos, para que les digas: ‘Esto dice el Señor.’ Y ya sea que te hagan caso o no, pues son gente rebelde, sabrán que hay un profeta en medio de ellos. Tú, hijo de Adán, no tengas miedo de ellos ni de lo que te digan, aunque te sientas como rodeado de espinos o viviendo entre alacranes. No tengas miedo de lo que te digan ni te asustes ante la cara que pongan, por muy rebeldes que sean. Tú comunícales mis palabras, ya sea que te hagan caso o no, pues son muy rebeldes. Atiende bien lo que te digo, y no seas rebelde como ellos. Abre la boca y come lo que te voy a dar.”

No es fácil ser profeta. Nunca es buen tiempo para serlo. Ezequiel – de finales del siglo VI antes de Jesús – sacerdote del Señor Dios y quien, por tanto tiempo, había ejercido, felizmente, su ministerio sacerdotal en el majestuoso Templo de Salomón en Jerusalem, ahora se hallaba prisionero en Babilonia, así como también lo estaban miles de sus compatriotas judíos.

En tales circunstancias, el profeta Ezequiel se sentía ser sacerdote sin altar, pastor sin santuario, predicador sin púlpito frente a una “Ekklesía” de exiliados y de expatriados hondamente heridos y sumidos en el desconsuelo y la ira.

Fue, entonces, que Yahweh, el Señor, le dice al corazón y a la mente de su sacerdote-profeta Ezequiel: “¡Escucha, Ezequiel, hijo mío, ve y diles a esos miserables otros hijos míos que, aunque Yo sé que la difícil circunstancia en que se encuentran es una infeliz y acongojada, que recuerden que fueron sus propias infidelidades las que les arrastraron a ese infierno babilónico y que, por tanto, lo que tienen que hacer no es quejarse sino arrepentirse, pedirme perdón de corazón y decidirse a cambiar su modo de vivir!” Continuó diciendo el Señor a Ezequiel: “Yo estoy seguro de que ellos no querrán escuchar esto que te envío a decirles pero, aun así, con voz estentórea, tienes que gritárselo.”

Hijo, hija: Al escuchar el mandato del Señor, Ezequiel pensó para sí: “Yo creía que lo más inútil en esta vida sería ser sacerdote sin templo, pero ahora veo que es peor aun ser profeta con un Anuncio que nadie querrá escuchar.” Pero el Señor le respondió: “Yo sé que ellos no querrán escuchar lo que yo te mando a decirles. Pero, aun así, anúnciaselo, aunque te quedes sin voz. No importa si ninguno de ellos quiere escuchar.

† PADRE