Apocalipsis 3: 20
«Yo estoy a tu puerta, y llamo. Si oyes mi voz y me abres, entraré en tu casa y cenaré contigo.»
Amados: ¿Recuerdan que un tiempo atrás les decía que tú y yo somos como «una casa», que nuestra vida es como «una casa» y que el Señor Jesús se desvive por entrar en la casa de tu vida para morar en ella y mantenerla limpia, santa y resplandeciente? Pues ahora te digo algo más: Jesús es, también, «UNA CASA», y no solamente «UNA CASA» sino que Cristo Jesús es «LA CASA» por antonomasia y ÉL se muere porque tú te desvivas por entrar en ÉL y porque te quedes con ÉL. En el Evangelio de Juan 15, 5, Jesús lo afirma con diáfana claridad: «¡Quien permanece EN MÍ y Yo EN él o EN ella, ése o ésa da mucho fruto: porque separados de Mí no pueden lograr nada!» Jesús TE dice: «YO…¡en TU casa!, TÚ…en LA MÍA que SOY YO! Jesús es «LA CASA» por antonomasia, LA PRECIOSA y PERFECTA CASA.