NO RECHACES LA PALABRA PROFÉTICA

Ezequiel 2, 4-10

Hijo, hija: Ahora, demos un salto de unos seiscientos [600] años más adelante y nos tropezaremos con otro profeta a quien, también, le estaba llegando la bruma de un día, también, nublado: Pablo. Pablo, el ambulante fabricante de tiendas de campaña y misionero de tantos ministerios. A Pablo, le encontramos escribiendo otra carta a sus hijos en Corinto. Unos años antes, el Apóstol había puesto, en Corinto, los cimientos de la “Ekklesía” y, lamentablemente, los Corintios [estos supuestos seguidores de Cristo Jesús] – a excepción de unos pocos –, lo que, por lo general, le habían dado al Apóstol había sido un continuo dolor de cabeza. La mayoría de los Corintios – en la Ekklesía – eran  como una ensalada mixta de ingredientes que se chocaban entre sí: unos eran fundamentalistas [que se daban a interpretar literalmente la Sagrada Escritura a la vez que negaban cualquier conocimiento o descubrimiento científico], otros feministas exagerados [que, en nada, diferenciaban al hombre de la mujer], otros legalistas [quienes sometían absolutamente todo al dictado de la Ley],  aún otros libertarios [para quienes el libre albedrío era dueño y “señor” de todo sin excepción alguna] y, todos ellos, hijos queridos, todos ellos, cuales inmiscibles ingredientes, mezclados – a la fuerza – por el empuje material retumbante de la economía floreciente de Corinto. Por cierto, la situación económica en Corinto, invitaba a todos a volverse ricos. La mayoría en Corinto padecía de una autosuficiencia crónica. Casi todos, en la Ekklesía de Corinto, pensaban que se merecían a alguien de más “caché” que Pablo. Por aclamación unánime, reclamaban a un predicador más relampagueante y ostentoso. Para ellos, Pablo, no daba la medida.  La mayoría en la Ekklesía de Corinto argüía que, en sus cartas, Pablo pecaba de autoritario, que “ése no tiene que decirnos cuál es la voluntad de Dios para nosotros”. “¡Nosotros somos más que suficientes para discernir y descifrar qué y cómo Dios, el Señor, quiere que seamos y vivamos!” Hasta se corría el rumor entre muchos en la Ekklesía de Corinto que el Apóstol era físicamente repulsivo, que el Apóstol no era lo suficientemente atractivo [bien parecido] como para ser el Apóstol – sostenían ellos – de “esta Ekklesía tan grandiosa como es la nuestra.”

Hijos: A este otro profeta, a Pablo, no le preocupaba en lo más mínimo el criterio que de él emitiesen los demás, pero sí le preocupaba que los Corintios se estuviesen justificando de tantas maneras, en lugar de reconocer, abiertamente, el problema del que adolecían, a saber: que no querían aceptar la Palabra de Dios para no tener que cambiar. A Pablo le preocupaba, sobremanera, que a muchos de entre los Corintios no les estuviera llegando la Palabra de Dios y que, por tanto, al no llegar la Palabra a sus corazones, perderían la fe y, al perder la fe, desaparecería de ellos el Salvador y Su Salvación.

No obstante, en su delicada conciencia y en su responsabilidad, Pablo se preguntaba y preguntaba al Señor si había algo que él, Pablo, debiera cambiar o rectificar o hacer de manera distinta. El Apóstol dedicó muchas horas a la oración en relación a esta Ekklesía de Corintio.

Hijo, hija: Te anuncié sobre el “día nublado” de Ezequiel. Y, el Señor le recalcó a Ezequiel: “no querrán escuchar ni aceptar Mi Palabra, pero, no importa, anúnciala a todo pulmón. También, te anuncié, sobre el “día nublado” de Pablo. El Señor le recalcó a Pablo: “no te querrán escuchar ni aceptar a ti, mi profeta, mi heraldo, mi mensajero, pero, no importa, tú, no te canses de seguir dando el Anuncio aun cuando te hayas quedado sin voz. 

Hijos: El otro mejor ejemplo y único Profeta y, en quien, es profeta quien lo sea de verdad es: CRISTO JESÚS. JESÚS CRISTO es el profeta de innumerosos días nublados.

Hijo, hija: Te ruego y te suplico que permitas que caiga sobre tu vida la Palabra Profética de Cristo Jesús. Nunca vivas de manera tal, que merezcas vivir exiliado, exiliada de la presencia y cercanía del Señor. Nunca vivas una vida de infidelidad al Señor pues, de hacerlo, el exilio infernal babilónico sería tu única morada. NUNCA RECHACES LA PALABRA PROFÉTICA QUE EL SEÑOR VIENE GRITANDO SOBRE TU VIDA. NUNCA SEAS DE AQUÉLLOS QUE NO QUIEREN ESCUCHAR SU PALABRA – AUNQUE SEA LA MÁS CÁUSTICA – POR TEMOR A TENER QUE CAMBIAR Y COMENZAR DE NUEVO.

† PADRE

ABRÁZATE A LA PALABRA DE DIOS

Ezequiel 2, 1-10

Luego oí una voz que me decía: “Tú, hijo de Adán, ponte de pie, que te voy a hablar.” Mientras esa voz me hablaba, entró en mí el poder de Dios y me hizo ponerme de pie. Entonces oí que la voz que me hablaba seguía diciendo: “A ti, hijo de Adán, te voy a enviar a los Israelitas, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han levantado contra mí hasta este mismo día. También sus hijos son tercos y de cabeza dura. Pues te voy a enviar a ellos, para que les digas: ‘Esto dice el Señor.’ Y ya sea que te hagan caso o no, pues son gente rebelde, sabrán que hay un profeta en medio de ellos. Tú, hijo de Adán, no tengas miedo de ellos ni de lo que te digan, aunque te sientas como rodeado de espinos o viviendo entre alacranes. No tengas miedo de lo que te digan ni te asustes ante la cara que pongan, por muy rebeldes que sean. Tú comunícales mis palabras, ya sea que te hagan caso o no, pues son muy rebeldes. Atiende bien lo que te digo, y no seas rebelde como ellos. Abre la boca y come lo que te voy a dar.”

No es fácil ser profeta. Nunca es buen tiempo para serlo. Ezequiel – de finales del siglo VI antes de Jesús – sacerdote del Señor Dios y quien, por tanto tiempo, había ejercido, felizmente, su ministerio sacerdotal en el majestuoso Templo de Salomón en Jerusalem, ahora se hallaba prisionero en Babilonia, así como también lo estaban miles de sus compatriotas judíos.

En tales circunstancias, el profeta Ezequiel se sentía ser sacerdote sin altar, pastor sin santuario, predicador sin púlpito frente a una “Ekklesía” de exiliados y de expatriados hondamente heridos y sumidos en el desconsuelo y la ira.

Fue, entonces, que Yahweh, el Señor, le dice al corazón y a la mente de su sacerdote-profeta Ezequiel: “¡Escucha, Ezequiel, hijo mío, ve y diles a esos miserables otros hijos míos que, aunque Yo sé que la difícil circunstancia en que se encuentran es una infeliz y acongojada, que recuerden que fueron sus propias infidelidades las que les arrastraron a ese infierno babilónico y que, por tanto, lo que tienen que hacer no es quejarse sino arrepentirse, pedirme perdón de corazón y decidirse a cambiar su modo de vivir!” Continuó diciendo el Señor a Ezequiel: “Yo estoy seguro de que ellos no querrán escuchar esto que te envío a decirles pero, aun así, con voz estentórea, tienes que gritárselo.”

Hijo, hija: Al escuchar el mandato del Señor, Ezequiel pensó para sí: “Yo creía que lo más inútil en esta vida sería ser sacerdote sin templo, pero ahora veo que es peor aun ser profeta con un Anuncio que nadie querrá escuchar.” Pero el Señor le respondió: “Yo sé que ellos no querrán escuchar lo que yo te mando a decirles. Pero, aun así, anúnciaselo, aunque te quedes sin voz. No importa si ninguno de ellos quiere escuchar.

† PADRE

¿QUIÉN ES ESTE?

Mateo 21, 8-11

Muchas personas empezaron a extender sus mantos en el camino por donde iba a pasar Jesús. Otros cortaron ramas de árboles y también las pusieron como alfombra en el suelo. Y toda la gente, tanto la que iba delante de Él como la que iba detrás, gritaba: “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”

Cuando Jesús entró en la ciudad de Jerusalem, toda la gente se alborotó, y decía: “¿Quién es este hombre?”

Y los que venían con Jesús contestaban: “¡Es Jesús, el profeta! Él es de Nazareth, el pueblo de Galilea.”

Amados: A veces, cuando la gente Le veía obrar de forma inusual y dramática, la pregunta: “¿Quién será éste?” se paseaba, callada, en el interior de la gente y de súbito salía del pecho de la gente con voz audible y fuerte. Recordarás que, navegando en el Lago de Galilea con Sus discípulos, Jesús se quedó dormido. Se levantó una fiera tormenta y los discípulos se desesperaron. Se olvidaron que, aunque Él estuviera dormido, así y todo: Él estaba en la barca. En medio de los gritos de los acobardados discípulos, Jesús se puso de pie en la barca, increpó a los vientos y a las aguas y sobrevino una gran calma. Entre sí, los discípulos se preguntaban: ¿Quién será éste que hasta los vientos y el mar Le obedecen?

Otras veces, la pregunta de “¿Quién será éste?”, se hacía sin palabras. Pero, siempre, ya fuera en silencio o expresada, la pregunta: “¿Quién será éste?” era una palpitante en quiénes escuchaban de Él o en quiénes, directa o indirectamente, venían en contacto con Él. Hasta el mismo Jesús hizo la pregunta acerca de Él, a otros: Mateo 16, 13-16: “¿Qué están diciendo por ahí acerca de Mí?” “¿Quién dice la gente que SOY YO?”

“Pues, mira, Jesús, algunos piensan que Tú eres Juan el Bautista y otros dicen que Tú eres Elías. Y, es más, otros están diciendo que Tú eres un profeta.”

“¡Muy bien!”, les dijo Jesús, “pero, y ¿qué de ustedes? ¿Qué opinan ustedes de Mí? ¿Quién, dicen ustedes, que soy Yo?”

Amados: La lucha de: ¿quién es Jesús y cómo es Jesús?, resulta ser una lucha intelectual, moral, espiritual y emocional continua para los discípulos, aun en el momento en que Jesús hace Su entrada en Jerusalem. Fíjense, amados, este “no saber ¿quien será éste” fue una triste realidad – aún – aproximadamente tres años después de ellos haberLe conocido, tres años después de ellos haber estado con Jesús, noche y día, tres años después de ellos haber estado escuchándoLe sin cesar. Allí, adentro de ellos, la pregunta era constante: “¿Quién será éste?” La pregunta era una, también, constante en las muchedumbres: “¿Quién será éste?” La pregunta – hasta nuestros días – es una constante y a veces yo me pregunto si todavía esta es la hora en que los que se dicen seguir a Cristo Jesús, también se siguen preguntando: “¿Quién será este Jesús?”

Pero, te advierto: Muchos saben: Quién y cómo quisieran ellos que fuera Cristo Jesús.

Desde luego, ¿Acaso es Jesús quién y cómo ellos quieren que Jesús sea? Amados: Una cosa es: ¿Quién y cómo tú quisieras que fuera Cristo Jesús? Y, otra cosa es: ¿Quién y cómo – en realidad – Él es según Él y según el Padre Dios?

† PADRE

DESPERDICIANDO EL TIEMPO

Amados: Antes de comenzar a seguir al Señor, vivíamos una vida tonta, necia e insensata. Una vez que nos decidimos y respondimos a la llamada del Señor, nos comprometimos a dejar atrás la vida de hombre/mujer viejos, la vida de antes y las sendas de antes.

Ese compromiso llegó acompañado de unas exigencias. Una de esas exigencias era y es: «No desperdiciar el don del tiempo». Como el Señor nos ha enseñado: «Siempre que perdemos el tiempo, le propinamos un golpe fatal a lo eterno». Por eso, es imprescindible vivir al Señor y, mientras Le vivimos, que le pidamos el don de la Sabiduría pues sólo quien adquiere ese don es quien descubre que no puede invertir su precioso tiempo en lo estúpido e insensato que nos rodea. La vida es demasiado breve y las oportunidades que nos da el Señor son tantas que podemos gastarnos el lujo de no vivir verdadera, fiel y santamente consagrados al Señor, pero: CONSAGRADOS DE VERDAD.

† PADRE

SIEMPRE HAY ALGO QUE PODEMOS HACER

Amados: Con demasiada frecuencia – te quejas, te desesperas, te desanimas, te desilusionas con tu familia de sangre, o con la sociedad, o con la Ekklesía, es decir: con tu familia sobrenatural, con el cristianismo y la religiosidad hipócrita de este mundo, pero no haces nada más sino quejarte, desesperarte, desanimarte y desilusionarte. Pero amado: Ponte en movimiento, en acción, muévete santamente dentro de esa tu familia, dentro de esa sociedad, dentro de la Ekklesía, dentro de ese cristianismo y contribuye con tu granito de arena salada y luminosa como parte de la familia, como parte de la sociedad, como parte de la Ekklesía, como miembro dinámico del Cuerpo de Jesús Cristo que eres. Cristo Jesús no se quedó aterrado ni mucho menos, paralizado ante la torpeza y lentitud nauseabunda de la mente y voluntad humanas. No. Jesús se movió para resolver el problema inmediato que le confrontaba.

Amados: En este rinconcito, en esta esquina, en este segmento de tiempo en el que nos ha tocado vivir, siempre hay algo noble, hermoso y sobrenaturalmente sencillo que podemos hacer y lograr respaldados – desde luego – por la poderosa compañía de Jesús Cristo en el Espíritu Santo.

† PADRE