“¡…ENTRARÉ EN TU CASA!”

MARCOS 2, 1-5

   «Después de varios días, Jesús regresó al pueblo de Cafarnaum y entró en una casa. Apenas supieron que Jesús estaba en la casa, mucha gente fue a verlo. Eran tantos que ya no cabía nadie más frente a la entrada. Jesús comenzó a darles el Anuncio de la Palabra.
   De pronto, llegaron a la casa cuatro personas. Llevaban en una camilla a un hombre que nunca había podido caminar. Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la tanta gente, subieron al techo de la casa y abrieron un agujero. Por allí bajaron al paralítico en la camilla donde estaba acostado.
   Cuando Jesús vio la gran fe y confianza de aquellos hombres, le dijo al paralítico: «Hijo: ¡Te perdono tus pecados!»

Amados: Jesús no siempre entra en la casa de los seres humanos, y no lo hace por muchísimas razones, pero Su anhelo e intención, como dice Apocalipsis 3, 20, es poder entrar siempre en nuestras vidas y partir el pan con nosotros. Nuestro Señor y Dios Todopoderoso jadea buscando entrada en tu vida y la mía para que, como dice Apocalipsis 3, 20, «¡Podamos cenar con Él!» Tanto es así que: Si Cristo Jesús no entrase a la casa de tu vida o la mía no es por falta de iniciativa o deseo Suyo sino por barrera que Le pongamos los hombres.

Nos dice el evangelista Marcos en el pasaje que leímos que Jesús se encontraba en una casa, y cuando la gente lo supo, abarrotó la casa de tal manera que no cabía nadie más. Afuera también había tanta gente que resultaba imposible hacerse paso hacia adentro. Amados: Es casi seguro que toda esta gente vino en busca de alguna sanación, de alguna curación física o para presenciar algún milagro. Pero Jesús, sin embargo, estaba en aquella casa para impartirles la grandeza de DIOS, no para entretenerles con una sanación física o para asombrarles con un milagro. Por tanto, en medio de tanta gente, Jesús – sin importarLe para nada la motivación que tuviese la muchedumbre – seguía dando EL ANUNCIO porque para dar la Buena Noticia era que Él estaba en aquella casa. Y, la Buena Noticia era ÉL mismo; la Buena Noticia se llama: ¡JESÚS CRISTO! Aquella muchedumbre en aquella casa vino en busca de lo que pudiera darles Jesús y no para escuchar la Palabra que salía de Su bendita boca NI en busca de Él. Amados: LA HISTORIA HA INCURRIDO Y SIGUE INCURRIENDO EN EL MAL HÁBITO DE REPETIRSE.

† PADRE