“VETE DETRÁS DE LO TRASCENDENTAL, DICE EL MAESTRO”

«¡Más vale ser joven pobre e industrioso que rey entrado en años y necio…! Eclesiastés 4, 13

Amados: Aunque te impacte con fastidio y te suene a sonsonete, el Maestro vuelve a doblar su campana: La juventud es la etapa entre la niñez [inmadurez] y la madurez. La edad no tiene mucho que ver. Aquí viene él – con indecible gozo – a mostrarte el TERCER GRUPO:

III. AQUELLOS QUE ANHELAN UNA META HONROSA EN LA VIDA y LUCHAN HASTA ALCANZARLA. Amados: De nada aprovecha desear, anhelar algo si uno no está dispuesto a pagar el precio para lograrlo. ¿No es cierto?

Las grandes conquistas – tanto las que ha registrado la historia como las que han estremecido el corazón – las lograron los que se fueron detrás de sus nobles sueños sin dejarse llevar por lo del personaje de Segismundo [La Vida es Sueño de Calderón de la Barca] cuando en su monólogo, y nuevamente encerrado en la torre, exclama: «¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ficción, una sombra, una ilusión, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.» Pero, hijo, hija, los sueños honrosos en despierto se tienen para irse detrás de ellos.

Los recipientes del Premio Nobel, por ejemplo, fueron individuos, individuas quienes, durante largos años, lucharon por dejar en el mundo unas huellas que otros pudieran seguir. [En las últimas décadas se ha politizado, lamentablemente, el otorgamiento de estos premios [en particular los de «la Paz», los de Literatura y los de Ciencias Económicas].

Cualquier científico que logra descubrir un remedio o cura para algún mal lo hace después de muchos años de reveses en el laboratorio, de investigación incansable y de noche tras noche pasarlas despabilados. Nadie logra sus metas de la noche a la mañana, nadie. Una virtud característica de este TERCER GRUPO es la constancia, LA PERSEVERANCIA. Sufren sus fracasos, sí, pero a pesar de ello, siguen adelante. Como dice la alabanza: «Sin retornar», sin echar uno atrás. Pasan – de seguro – por momentos de desaliento cuando parece que es el fin de todo, pero SE REANIMAN y CONTINÚAN hasta lograr la meta.

Desde luego, el Maestro te recuerda que has de irte detrás NO de «cualquier cosa» o memez sino de lo que, en verdad, VALGA LA PENA. En la vida NO todo merece la pena; ¡no todo conviene! Al instruirte sobre LO QUE VALE LA PENA, el Maestro se refiere específicamente a lo trascendente pues – como sabrás – hay cosas que uno puede desear con todo el corazón pero que, sin embargo, no son valores enjundiosos de la vida ni trascendentes ni convenientes: Un niñito, una niñita puede antojarse con todo el corazón [y perreta y rabieta y pataleo] de comerse toda una fuente de azúcar, pero ese capricho no sólo no es importante para su vida sino que es insalubre y perjudicial. Alguien puede querer un vehículo nuevo, una casa nueva, un vestido nuevo [cosas legítimas de por sí] pero podría ser que, objetivamente, no sean cosas, objetos importantes para ese momento de su vida.

Una de las razones principales por las que lo mencionado NO VALE LA PENA es, principalmente, porque las mencionadas son cosas, objetos inanimados; son bienes de alegría temporal, de gozo fugaz.

† PADRE