DECISIONES Y CONSECUENCIAS

2 Timoteo 1,9

Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo.

Amados: Las caídas, ya sea de reinos o imperios, como de personas individuales, jamás acontecen de la noche a la mañana. Tú puedes ser «diablo», «diabla» un día y – por la gracia de Dios – ser «santo», «santa» un segundo después. [Testigos son Pablo, Francisco de Asís y otros.] Pero, nadie es santo un día y diablo al otro. No. Es un proceso. Hay unos pasos hasta la caída. Los pequeños descuidos tuyos te conducirán a la negligencia; la negligencia tuya te conducirá a la indiferencia; la indiferencia tuya te conducirá a una conciencia encallecida; y, la conciencia encallecida es capaz de cualquier crimen contra cualquiera: contra uno mismo o contra otro, paisano o extranjero, contra amigo o enemigo, contra cualquier ser humano o contra el mismo Dios. Ten cuidado porque la historia suele repetirse. 

Con frecuencia, tú yerras. Al errar, al tomar decisiones incorrectas necesariamente, vas a cosechar las pésimas consecuencias de tus oscuras decisiones. Pero, supongamos, que luego de tú haber errado con alevosía, supongamos que – por pura gracia de Dios – llega a ti el «golpe de gracia» y aceptas la gracia misericordiosa del Señor nuestro Dios. Te das cuenta de tus yerros, de tus obras malas; te humillas para que el Señor Dios te perdone, para que te acrisole, te restaure y, entonces, como un nacido, una nacida de nuevo, comienzas a vivir la vida de la criatura nueva. No obstante, no podrás escapar las consecuencias terribles de la maldad que sembraste en otro tiempo.  Aunque en el presente seas criatura nueva, las consecuencias de tus malas o pésimas acciones – ya pasadas – perdurarán. Podrás ser criatura nueva, pero no podrás – casi nunca – deshacer el mal que una vez obraste. Por lo menos, no podrás controlar las malas consecuencias que se desatan como resultado de tu vida mala pasada. 

† PADRE