1 Timoteo 4, 12:
«No permitas que nadie menosprecie tu juventud; sin embargo, sé ejemplo para todos en palabra, conducta, amor, fe y pureza…»
Amados: Pero sí, hay jóvenes que le tienen miedo, incluso, a la responsabilidad con Dios porque creen que si empiezan a tomar en serio lo del Señor NO van a poder cumplir con las exigencias del Evangelio. Desde luego, hay muchos entre éstos que NO SE DECIDEN por el Señor precisamente porque seguirLe requiere unos cambios fundamentales en sus vidas y carecen de las agallas para sufrir esos cambios. Otros jóvenes poseen la capacidad intelectual para ser buenos o excelentes estudiantes, pero NO ingresan en el colegio o la universidad, convencidos – neciamente – que van a reprobar las materias y que nunca obtendrán un título. Les sucede como a aquéllos a quienes NO agrada allegarse hasta el médico por temor a que les vayan a diagnosticar algo grave.
Otros se desaniman y echan para atrás porque NO hay nadie que les sirva de acicate o que les ofrezca algún incentivo. Es posible que – cuando pequeños – no hubiera nadie en el hogar que los estimulara a superarse o que los felicitara cuando se distinguieron, o que no hubiera nadie – ni papá ni mamá – que les diera la mano cuando se sentían flaquear. Pero aun cuando el panorama hubiese sido cual descrito, ¡NO NOS VAMOS A PASAR LA VIDA SIN ASUMIR LA RESPONSABILIDAD DE NUESTROS ACTOS o SEÑALANDO CON EL DEDO y ECHANDO LA CULPA A LOS DEMÁS POR TODOS NUESTROS MALES y FALTA DE DENUEDO y CARÁCTER! Muy bien podría ser que nuestros papás NO FUERON los más sabios ni santos ni amorosos, pero llega un momento en la vida cuando hemos de decidir ser o gente de provecho o SEGUIR SIENDO MEQUETREFES, CHAFANDINES, ZASCANDILES, CHIQUILICUATROS.
Amados de mi vida: Y otros se acoquinan porque esperan que en la vida TODO SEA FÁCIL. Algunos – talentosos y capaces – se sienten arrastrados por una noble profesión o carrera ilustre. Sin embargo, el irse en pos de ella supone sacrificio y pagar un precio. Por otra parte, les presentan un empleo inmediato que NO representa esfuerzo, donde les pagan buen sueldo y…adiós la profesión, adiós la carrera. He ahí una de las principales razones por las que una gran parte de la JUVENTUD NO LOGRA lo que anhela, a saber: ¡NO ESTÁ DISPUESTA A PAGAR EL PRECIO! Casi todo en la vida tiene un precio y si tú pretendes alcanzar LO IMPORTANTE en la vida, tendrás que pagar un precio. Usualmente lo que NO cuesta nada NO ES importante. No obstante [y permíteme advertírtelo, amor mío], no obstante, «los principados inicuos y potestades perversas» te venderán «caro» LO QUE CARECE de valor alguno.
Y, cariño mío, sería irresponsable el Maestro si no te advirtiera que seguir a JESÚS CRISTO, EL SEÑOR genuinamente y vivir a JESÚS CRISTO, EL SEÑOR en espíritu y en verdad exige, también, que TÚ PAGUES UN PRECIO. Pero, vale la pena pagarlo pues EL SEÑOR EN TI – nada ni nadie más – EL SEÑOR EN TI es Quien dará valor a lo que sea que tú persigas o logres en la vida.
«El discípulo que sigue unido a mí, y yo unido a él, es como una rama que da mucho fruto; pero si vives separado/a de mí, no podrás lograr nada,» Juan 15, 5
Amor mío: «Acuérdate que» – dice el Maestro – «¡QUEDA UN ESPEJO!»