DESPERDICIANDO EL TIEMPO

Amados: Antes de comenzar a seguir al Señor, vivíamos una vida tonta, necia e insensata. Una vez que nos decidimos y respondimos a la llamada del Señor, nos comprometimos a dejar atrás la vida de hombre/mujer viejos, la vida de antes y las sendas de antes.

Ese compromiso llegó acompañado de unas exigencias. Una de esas exigencias era y es: «No desperdiciar el don del tiempo». Como el Señor nos ha enseñado: «Siempre que perdemos el tiempo, le propinamos un golpe fatal a lo eterno». Por eso, es imprescindible vivir al Señor y, mientras Le vivimos, que le pidamos el don de la Sabiduría pues sólo quien adquiere ese don es quien descubre que no puede invertir su precioso tiempo en lo estúpido e insensato que nos rodea. La vida es demasiado breve y las oportunidades que nos da el Señor son tantas que podemos gastarnos el lujo de no vivir verdadera, fiel y santamente consagrados al Señor, pero: CONSAGRADOS DE VERDAD.

† PADRE