Mateo 5, 13:
“Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.”
Amado/Amada: A ti que deseas seguir a Jesús Cristo, te pregunto: ¿Qué aportas tú a la sociedad y a este mundo como “seguidor, seguidora” de Jesús, el Cristo que dices ser?
Una posible respuesta sería: “Yo me distingo por mi “modus vivendi”, por mi “estilo de vida”, por mi vida espiritual y por mi sana moralidad, no sólo en el terreno personal e íntimo sino en mi proyección social y comunitaria”. Tú podrías decir: “Yo me distingo como patrono, patrona que pago salarios justos a mis empleados. Yo me distingo como ciudadano, ciudadana que no defraudo al fisco ni me vuelvo planta parásita pretendiendo ser mantenido por otros o por el gobierno.” También podrías decir: “Yo me distingo porque sigo a Jesús, el Camino, aunque me canse; porque vivo a Jesús, la Verdad, aunque me duela; porque vivo a Jesús Cristo, la Vida, aunque me muera. Yo me distingo porque tengo una sensibilidad que me hace respetar – ecológicamente – este Planeta Tierra a la vez que no caigo en el fanatismo ecológico de los oportunistas o de las plataformas políticas etc. que, engañosamente, insisten en empujar su agenda”.
Pero, amados: La gran aportación de los verdaderos seguidores de Jesús, el Cristo a nuestra sociedad – si es que ha de ser eficaz y aceptable al Señor nuestro Dios– ha de ser de carácter moral y ético…en otras palabras: Tienes que respaldar tu fe con una vida que plazca al “Padre Nuestro” en Su Hijo Jesús Cristo. Y, eso tan sólo será posible a partir de una experiencia genuina, verdadera y auténtica con Jesús Cristo que te haga “persona nueva”, nacido, nacida de nuevo y de arriba.
